¿Es por eso?
¿Será por aquello?
Dudo hasta de mis propias dudas
dudo desde que me levanto hasta que duermo
por no seguir dudando cojo aliento
alzo la vista y miro al cielo
¿Por qué somos tan intensos, si somos tan pequeños?
¿Por qué seguimos huyendo,
si nos cagamos de miedo mar adentro?
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martes, 19 de septiembre de 2017
sábado, 16 de septiembre de 2017
Soldado desolado
Crecer es aprender a despedirse de uno mismo. Crecer
es levantarte cuando no tienes fuerza, levantar el brazo y reclamar tu
libertad, a las nubes que acechan, a lo más fondo del océano, a las estrellas
que sólo verás una vez, a tu respiración entrecortada, a tus ganas de dormir y
olvidar, a nadie. Todo pasado queda guardado en tu mente, todo futuro nace allí
mucho antes de que suceda y todo es negro según baja el sol del atardecer, te
tumbas sobre el horizonte para exprimir su luz, para ser pasado y futuro al
mismo tiempo, para ser atemporal unos segundos y no pensar. A medida que
creces, así te estremeces, todo a tu alrededor va cambiando los tonos de su
mismo color, todo va asumiendo su papel para un nuevo amanecer, preparado para
soportar un nuevo horizonte y provisto de valor para no repetir un mal ayer, la
fuente de agua que no se puede beber, pero fuente que es ritmo, inmensidad y
sed. Miras el horizonte crecer sobre ti, sentado en la arena buscas una razón
para crecer tú también, pero no tienes alas como las gaviotas, no tienes manos
que puedan volver a nacer, estas condenado a ser o no ser y morir
inesperadamente siendo tu propio doctor. No hay tonos que cambien tu piel. Eres
la vuelta número última y tu color es gris cerrado por obras sin fecha de
inauguración. Miras fijamente el horizonte, miras fijamente. ¿Y qué? No ves
nada más allá de tus pestañas, no ves nada que pueda necesitar que tu crezcas,
sólo el miedo a la oscuridad que viene según baja la luz del atardecer. Estás
sólo porque así debe ser, crecer no es un derecho que te hayas ganado y no
tienes porqué luchar por aquello que el destino no te hizo merecer. Cae tu
cabeza contra la arena y aprieta el mundo tu sien, no es cuestión de valores y
no es una mala educación, es en definitiva tu descenso en picado sobre la falta
de corazón.
Cae tu alma sobre el campo de batalla y la guerra
está ya casi en su fin, no eres fuerte ni hábil, ni sensato ni guerrero, ni
siquiera eres esperanza entre el oscuro ayer y el mañana por vencer. Feroz el
enemigo ruge su pasión por la muerte y no es nadie más que tu mente, la que
lanza el ultimátum: o eres ahora o no serás nunca. Pero, cómo vas a ser algo si
ni siquiera sabes usar tus pies, si los tienes enterrados en la arena a falta de
voluntad por crecer, si tus pensamientos están enjaulados en tu ‘yo’ más
superficial e irreal, en tu ‘yo mismo’ y nadie más. Con la cabeza sobre la
arena escuchas al enemigo pero no lo ves, eres un enano en primera línea de un
fuego atravesado, un soldado que libra desde la sal y el sílice una batalla celeste,
solo y sin poder volver. Solo y sin poder crecer.
.
viernes, 8 de septiembre de 2017
Recuerdos nocturnos
El silencio era fantastico,
la carretera
sus
charcos
el quieto equilibrio
Entonces se enciende
la luz verde
se reanuda el concierto
luces, motores, violencia
con una postura ambiciosa
el mundo es vuestro
Pocos segundos,
puro movimiento
grandes mentiras
mucho ruido
es el espectáculo de una vida,
seducido por el cine
corre lo más rápido que puedas
persigue tu sueño
el tiempo es limitado
apura cada momento
hasta que vuelva
la luz roja
y vuelva el silencio
y es fantástico
el mundo está vacío
mi postura es ambiciosa.
.
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